lunes, 21 de diciembre de 2009

EL ENCUENTRO, por Danilo Gutiérrez Baella


Estuve perdido entre nieblas de penas y vacíos

con mil preguntas sobre el cielo y sobre el mar,

y miles fueron también las estrellas

que desde lo alto me buscaban para hablar.



Pero la bruma, negra y espesa,

no permitía delatarme en mi andar.

Cubría mi cuerpo, mi alegría, mi alma toda...

robando agresiva todo amor y toda paz.



El cerebro consumía en mi ser

las pocas brasas que del amor quedaron

unos toscos recuerdos renegridos,

muchos intentos de construir castillos,

muchas lunas de llanto en soledad,

un concierto de mudos gemidos, una lágrima perdida en el mar...



Una mano sacudió mi alma,

una voz me habló desde el corazón...

Un temblor de muchas voces en una sóla

aferró mi espíritu a la oración.



Alcé mis ojos hacia el cielo

y no hubo más niebla alrededor.

Sólo Paz, verdadera Paz en mis entrañas,

cubrió mi camino hacia el Señor

descubriendo entonces que era buena

la canción de Amor que brotó de Dios.



Otros ojos miran hoy este sendero

otra vida nace hoy de mi interior

he borrado el dolor de lo vivido

lo he cambiado por servicio y por acción.



¡Dí Dios cómo entregar lo que hoy me has dado!

¡Dí Señor como servir en Tu Misión!

¡Abre hoy estos ojos a Tu Cielo!

¡Iluminame, oh Señor, en salvación!



Quiera Dios que mis manos sean fuertes

para aferrar las de un niño sin amor.

Inundarlo con visiones celestiales

Reclutarlo para servirte

como hoy...

lo hago yo.

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