jueves, 15 de julio de 2010

CEREBROS AL MARGEN DE LA LEY (o "Uso correcto de los paraderos de buses de transporte público en Lima")

Una

crónica

urbana limeña ,

por

Danilo

Gutiérrez Baella

(julio 2010)






En todas las gestiones personales o por encargo que durante los dos últimos años he realizado en la gran ciudad de Lima, he tenido la oportunidad de caminar conociendo mejor grandes extensiones de sus calles y avenidas en la mayoría de sus distritos, tanto a pie, como trepando a los buses y microbuses que circulan a toda hora por ellas.

Considero que esta es una importante oportunidad de conocer también a muchas personas en interrelación con las demás, sus realidades, y sus formas de ganarse la vida. En esta aventura de inmersión en la criollada social metropolitana, uno se encuentra con formas de pensar que van desde lo original y sostenido (por la calidad de experiencias de sobrevivencia constante en la vida de cada individuo), hasta lo absurdo e inverosímil, totalmente adoptado y aceptado por el parroquiano común.

Motiva esta crónica un hecho muy particular que, a pesar de no ser percibido por muchos que como yo se transportan en buses y microbuses diariamente, detuvo por unas horas mi atención. Iba en un bus camino a una conferencia cristiana en mi iglesia en horas de la noche. Estaba de pie, aferrando mi mano derecha a uno de los tubos que los buses suelen instalar al alcance de sus pasajeros. Fue ahí que, estando medio distraído por las gentes circulando allá afuera, y por los vaivenes y frenadas bruscas del carro ideales para el entrenamiento del surf, un letrero impreso en un sticker blanco con letras rojas de mediano tamaño llamó mi atención. El texto decía:

"Señores pasajeros: Por motivo de las constantes redadas y operativos policiales que nos sorprenden todos los días en el recorrido de nuestras rutas y que pueden ocasionar el internamiento de nuestras unidades de transporte público, lamentamos informarles que no podremos recoger ni permitir descender pasajeros en paraderos que no sean autorizados por la Municipalidad de Lima Metropolitana. Pedimos las disculpas del caso, y agradecemos su comprensión.

La empresa".


Al terminar de leer el aviso estuve a punto de desviar la vista hacia otro lado; pero había algo en ese letrero que me llamaba poderosamente la atención, y me obligué a analizarlo en los breves minutos que faltaban para llegar a mi destino.


"Señores pasajeros: Por motivo de las constantes redadas y operativos policiales que nos sorprenden todos los días... (...) y que pueden ocasionar el internamiento de nuestras unidades de transporte público,..."


Pensé de inmediato: "La policía tiene la obligación de organizar operativos de control para el cumplimiento de las normas incluídas en la ley en todo campo de actividad pública, y se reserva el derecho lógico de realizarlo en forma sorpresiva para ubicar a aquellos ciudadanos e instituciones que en su actuar estén en falta...".


"... lamentamos informarles que no podremos recoger ni permitir descender pasajeros en paraderos que no sean autorizados
por la Municipalidad de Lima Metropolitana...".



Seguí pensando: "¿Qué fue primero? ¿El huevo, o la gallina? Los buses surgieron como servicio a las personas en forma masiva por una necesidad de orden, seguridad y comodidad en las ciudades del orbe. En el Perú informal se nos ha acostumbrado a recoger y descender de cualquier forma a los pasajeros, y toda la vida ha estado presente la queja de todos ellos por alcanzar un trato mejor. La Municipalidad de Lima Metropolitana hace el esfuerzo en nuestra ciudad, y marca un final a estos maltratos ratificando ese orden, no inventándolo. ¿Qué significa entonces "...lamentamos informarles..."? ¿Para quién o quiénes es un pesar el respetar la ley?".

"... Pedimos las disculpas del caso, y agradecemos su comprensión.

La empresa."

Aquí me detuve un poco más... ¿No estaríamos más bien los pasajeros agradecidos de que la policía por fin haga respetar nuestros derechos dentro y fuera de los buses? Y con respecto a la actitud de la empresa de transporte público, ¿no deberíamos también estarlo de que tome conciencia de la importancia que cada uno de nosotros haga uso de un buen servicio, con la garantía de ser trasladados y dejados sanos y salvos en nuestros respectivos destinos?

Voy a complementar un poco la tanda de reflexiones que comparto hoy con ustedes, estimados lectores. La Municipalidad de Lima Metropolitana tiene dentro de sus áreas de control la de la reglamentación del uso y disponibilidad del servicio de transporte público en nuestra ciudad. Copio sic lo que a partir de la publicación de la ratificación de las normas de control en lo referente a los Paraderos Autorizados en 27 avenidas de la gran Lima en el Diario Oficial El Peruano el año 2008, dice un artículo sobre el actuar municipal a través del IPAM (Instituto Peruano de Administración Municipal):

"La medida, que apunta a garantizar la seguridad de los pasajeros, facilitar la accesibilidad al servicio y reducir los riesgos de accidente, con las paradas intempestivas de los buses y microbuses, está contenida en una resolución de la oficina de Regulación de Transporte de la Municipalidad de Lima, que aparece publicada hoy en las Normas Legales de El Peruano...".

A partir de allí se hace mención a la Ordenanza Nº 104 en sus Artículos 3, 10, 54 y 92 del Reglamento del Servicio Público de Transporte Urbano e Interurbano de Pasajeros en Ómnibus y otras modalidades para la provincia de Lima donde sin ninguna duda ni espacio a la interpretación ambigua se expresan cómo y dónde los buses deben detenerse y atender a sus pasajeros, y cuáles serán las sanciones a aplicar a la empresa infractora.

Pero amigos... ¿qué hace entonces que los pasajeros de Lima y balnearios no hayamos hecho una sonora fiesta de celebración por la reinvindicación de nuestros derechos en el uso de estos servicios? La respuesta nace del absurdo que motivó el aviso de la empresa en la que yo viajaba. ¡NOSOTROS MISMOS VIOLAMOS LA LEY! Exigimos al cobrador o al chofer que se detenga en cualquier esquina, media cuadra o media pista para descender o subir a los vehículos, y no en los Paraderos Autorizados que ellos nos indican y tratan también de hacer respetar. Peleamos con ellos insistentemente por bajarnos en donde nos sea más cómodo y nos venga en gana, haciéndonos tanto o más abusivos con la empresa de transporte público, y tentándolos a desafiar la ley.

Con esta insana realidad y en irónico respeto a estas mentalidades provenientes de "cerebros al margen de la ley", me queda proponer instalar un aviso grande, muy grande, pegado en todas las paredes de los barrios de Lima clasificados como de alta peligrosidad para los transeúntes, con lo que cierro esta crónica por hoy:

"Estimados transeúntes:

Por motivo de las constantes redadas y operativos policiales que nos sorprenden todos los días en nuestro recorrido para la búsqueda del sustento diario, y que pueden ocasionar nuestro internamiento definitivo en los penales que existen en esta ciudad, lamentamos informarles que no podremos asaltarles ni permitir que nuestros allegados los asalten en estas zonas vigiladas por el Ministerio del Interior a través de la Policía Nacional del Perú, la Municipalidad de Lima Metropolitana, y las Centrales de Seguridad Ciudadana que coordina con ella en cada distrito.

Pedimos las disculpas del caso, y agradecemos su comprensión.

Los amigos de lo ajeno de su distrito."


¿Protestaremos por este cambio insólito en nuestra vida cotidiana?

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Danilo Gutiérrez Baella
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martes, 13 de julio de 2010

EL ORGULLO DE PAPÁ...



Dedicado a mi bella Sandrita,

en sus diecisiete años de luz

alumbrando nuestras vidas


Fueron muchas ansiedades

precediendo tu llegada;

tu mamita caminaba

en ida y vuelta todo el día...


El papá con su trabajo,

pero hablando con tu abuela

que al teléfono contaba

los progresos de la espera.


Y tu hermano ilusionado

una él niña anhelaba

una hermana dulce y bella

que brillara en su mirada.


Eran ya las veintitres

(y muchos minutos más),

y una llamada urgente

desbarató el stress.


Era la voz de tu abuela

la que anunciaba el "¡ya está!"

y era tu padre nervioso,

el que volaba a su hogar.


La gente del hospital

nos recibió a medianoche,

¡pues tu trabajo en el vientre

nos apuraba en el coche!


Dieron la una y cincuenta

y una niña rosa y bella

lloraba sin un palmazo

anunciando su presencia.


La bendición a los padres

se constató a los segundos

cuando te vimos nacida

sanita, inquieta y muy linda.


Tus manitos regordetas,

tus tamalitos por pies,

tu carita rosadita

y una boquita de miel.


El amor que arrebató

todo dolor del corazón

aumentó cada segundo

hasta explotar de emoción.


"¡Una niña!", yo exclamaba

a una madre extenuada,

que con alivio extremo

se reía ilusionada.


Fueron tus primeros días

los que vive una princesa,

llenos de amor familiar

rodeada de naturaleza.


Huacachina emocionada

saltaba contigo en sus dunas,

y la laguna legendaria

festejaba tus ternuras.


Los huarangos gigantescos

fueron tranquilos testigos

de tus primeros pasos

y de tus primeros gritos.


Un concierto de mil trinos

educaron bien tu oído

al visitar la jaulita

repleta de periquitos.


Fué tu risa aventurera

la que brilló sin medida

entre lobos y conchitas

cruzando el mar en familia.


Y tu voz se hizo notar

al mudarnos a la sierra

resbalando muy audaz

por las sinuosas laderas.


Tus ojitos caramelo

se hicieron de pronto tremendos

al oir rugir el cielo

y al sentir granizo en tus dedos.


Te forjaste emprendedora

caminando por la selva

no había rio, ni rama, ni lodo

que detuviera tu senda.


Y hoy que estás en la ciudad,

luego de tanto vivir,

derrochas tu amor por nosotros

y muestras a Dios al reir.


Y es el cielo el que está en fiesta

al recibirte hoy en día

con un corazón de oro

y El gobernándolo todo.


Por mi parte no quiero ocultar

que mi amor por tí es inmenso,

que el orgullo de ser tu padre

se extiende por el universo.


Hoy Sandrita, vida mía,

te encargamos al Señor

para que esté presente en tu vida

y te ilumine en Su amor.



De tu papá, que agradece al Señor tu vida en mi vida,

en tus diecisiete años de luz y de amor.

Lima, 14 de julio de 2010




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Danilo Gutiérrez Baella

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