miércoles, 18 de noviembre de 2009

CUENTACUENTOS: HISTORIAS QUE NO SON DE MI AUTORÍA (Parte 3)

EL CREYENTE

(Anónimo recopilado y recreado por Danilo Gutiérrez Baella, año 2009)



La lluvia caía sin cesar, y los fuertes vientos habían arrancado ya algunos árboles, cayendo sobre los techo de las casas más vulnerables, destrozando hogares. La represa cercana rebasó los límites, y el agua empezó a inundar todo a su paso. La gente corría despavorida, y era llevada sin remedio por la terrible inundación.



Las labores de rescate, casa por casa, no se hicieron esperar. A pesar del viento, grandes helicópteros sobrevolaban la zona con camillas colgando por doquier, mientras que cuadrillas de salvataje surcaban las aguas en botes a motor Zodiac desafiando las corrientes, y coordinando con singular pericia las acciones de recuperación y protección.



Llevaban dos horas en estos intentos, cuando uno de los helicópteros avisó por radio sobre un individuo que asomaba por la ventana en el tejado de su casa, desde el desván, tratando de escapar de las aguas que habían cubierto sus dos primeros pisos. Una lancha Zodiac apuró su marcha en esa dirección, logrando localizar al sujeto en cuestión quien se hallaba sentado sobre el dintel de la ventana, con las manos aferradas a los marcos de madera, y los pies recogidos para que no les alcance el agua.



- ¡Hey, amigo! ¡Aquí estamos para rescatarle! ¡No se preocupe, en un minuto llegamos a usted, no se mueva!



Jacobo (así se llamaba el individuo) respondió con la misma convicción de su interlocutor:



- ¡Nooo...!!! ¡No necesito que me rescaten! ¡Porque yo creo en Dios! ¡Si Él quiere que me salve, me salvaré, y si quiere que me ahogue, moriré por su deseo!



- ¡Pero hombre! ¿Está loco usted? - los rescatistas no podían creer lo que estaban viendo... - ¡Venimos a salvarlo de las aguas, porque van a seguir subiendo hasta cubrirlo todo! ¡Ya, déjese de tonterías, y prepárese para embarcar!



- ¡Nooo...!!! - gritó nuevamente Jacobo - ¡No lo intenten siquiera, porque YO CREO EN DIOS! ¡Y si Dios quiere que me salve, me salvo, y si no, me ahogaré!



Los rescatistas no pudieron seguir soportando el embate de la naturaleza y discutir con Jacobo al mismo tiempo, por lo que le anunciaron volverían al poco rato por él. Tres cuartos de hora después, la misma cuadrilla en su Zodiac volvió a aparecer junto a la casa de Jacobo. Las aguas ya habían penetrado por la ventana del desván, y Jacobo se encontraba sentado en medio del tejado, con las piernas recogidas anudadas con sus brazos, empapadísimo de lluvia y sucio por la ventisca repleta de lodo.



- ¡Oiga, amigo! ¿Se da cuenta ahora que lo que le dijimos era verdad? ¡Aquí estamos a su lado, resbálese por el tejado que aquí lo sostenemos y...!



- Nooo...!!! - gritó otra vez Jacobo - ¡Ya les dije, YO CREO EN DIOS! ¡y si Dios quiere que me salve, me salvaré, y si no, me ahogaré!



- ¡No nos haga perder tiempo, señorrrr...! ¡Deslíce su humanidad por ese tejado de una vez, que con la justas podemos quedarnos quietos aquí! -



Los rescatistas empezaban a desenredar sogas para atarlas a las salientes del techo, y mantener la Zodiac pegada a la casa, pero a Jacobo le dió tal rabieta que desistieron de inmediato.



- ¡Nooo...!!! ¡Dejen que Dios haga su obra! ¡Él me salvará si así lo quiere, y si no, me ahogaré!



Una repentina arremetida del agua contra la lancha los alejó a doce metros del tejado, por lo que los rescatistas tuvieron que pedir apoyo aéreo para salvar a Jacobo. El helicóptero disponible llegó casi una hora después, y bajando lo más que pudo arrojó una camilla de acero tratando de hacerla llegar a Jacobo, quien a la postre se encontraba prendido de una frágil antena aérea de tv, ya que el agua había cubierto el tejado hasta el punto más alto, dejando totalmente sumergida a la casa entera. Pero Jacobo hizo gestos de negación desde su ridícula protección. Tomando una radio atada a la camilla para las coordinaciones con el equipo de salvataje a cargo en el aparato, Jacobo, gritó:



- ¡Nooo...!!! ¡Yo me quedo aquí, porque YO CREO EN DIOS! (¡cambio!) ¡Y si Dios quiere que me salve, me salvo, y si Él quiere que me ahogue, me ahogo! (¡cambio y fuera!).



Los fuertes vientos desestabilizaron al helicóptero, el mismo que casi se desploma sobre Jacobo montado en su antena de tv. Tuvieron que remontar a lo alto con la camilla de acero colgando, y abandonar al pío de Jacobo a la suerte, o mejor dicho, a su fe. Y las aguas arremetieron contra la antenita de TV, y Jacobo gritando "¡Nooo...!!!" fue llevado igual por la corriente oscura, destrozándole contra toda la barbaridad de cosas que la inundación llevaba a cuestas...
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Una música maravillosa invadía el Cielo. Legiones de ángeles volaban al encuentro del nuevo grupo de creyentes que se incorporaba al Reino de Dios, y muchas luces irradiadas desde el Trono del Señor servían de camino hacia Él desde la entrada. Uno por uno aquellos que estuvieron recientemente sobre la Tierra entraron en contemplación para adorarle, y su santa mano tocaba sus espíritus, y su voz sin sonido les hablaba y bendecía en señal de bienvenida.



Así también llegó Jacobo quien, a pesar de toda su emoción por la gloria que le recibía, manifestaba tristeza, pesadumbre, desconcierto... sentimientos no frecuentes estando a los pies del Señor, en pleno Cielo.



- JACOBO... - le llamó el Señor - acércate hijo mío a darte mis bendiciones para gozar de la gloria eterna a mi lado...



Jacobo se acercó, pero no pudo quedarse callado. Antes de decir nada, el Señor habló.



- JACOBO... ¿por qué esa extraña tristeza? ¿No estás ahora cierto en que cumplí mi promesa contigo de que ganarías el Cielo sobre la Tierra por creer y vivir por mí?



- Sí, mi Señor, y mi alegría al ver que mi fe en Tí vió tu promesa cumplida, también es infinita, pero...



- ¿Pero qué, Jacobo...?



- Es queee... Señor, con todo lo que te amo y te amé desde siempre... ¡clamé por tí, pedí tu ayuda, Señor! ¡Invoqué tu Santo Nombre y al Espíritu Santo para ser salvado, confié en Tí Señor!... ¿Qué fue lo que hice mal? ¿Por qué dejaste que me ahogara sin respuesta alguna, mi Señor?



Entonces Dios levantó a Jacobo en su mano, y le respondió...



- JACOBO... ¡Dos veces te envié una lancha Zodiac, y una el helicóptero! ¿Quién de los dos fue el que no respondió??

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