miércoles, 18 de noviembre de 2009

CUENTACUENTOS: HISTORIAS QUE NO SON DE MI AUTORÍA (Parte 2)


EL SALVADOR DE ESTRELLAS

(Recreación del cuento "Starfish Story", de Loren Eiseley, por Danilo Gutiérrez Baella, año 2009)



La playa era inmensa, y el viejo Sabio la recorría casi sin pisar la arena elevado en sus múltiples pensamientos, cálculos aritméticos, reflexiones filosóficas, dicernimientos sobre el bien y el mal... Su cerebro no paraba de trabajar, y creaba nuevas teorías sobre todo lo que el hombre, el mundo y el universo al que pertenece conjuga, produce y destruye para renovarse infinítamente...


Fue entonces que lo vió; a muchos metros por delante una figura grácil y delgada parecía danzar sobre la orilla del mar, yendo y viniendo de sus olas, saltando y corriendo otra vez. Al acercarse más, el viejo Sabio se dió cuenta que se trataba de un joven no mayor de 15 años, quien con premura se agachaba a recoger Estrellas de Mar varadas en la arena húmeda, y una por una la lanzaba con fuerza hacia el océano. Cada vez que el joven terminaba de realizar su acción, daba un salto de alegría, volviendo a la orilla húmeda a recoger otra Estrella de Mar, y otra, y otra más.


Entonces el viejo Sabio no reprimió su curiosidad, y preguntó:


- ¿A qué juegas, jovencito?


El muchacho no demoró en contestar:


- No es ningún juego, buen señor. He decidido salvar de una muerte terrible a estas Estrellas de Mar, pues al aumentar el calor del día se deshidratarán sin remedio. Las lanzo al mar, y les devuelvo a la vida...


- Pero muchacho... - el viejo Sabio le hablaba esta vez moviendo su cabeza de lado a lado, en una mezcla de condescencia y reproche al mismo tiempo - ¡No seas iluso! ¿Sabes que sólo en la inmensidad de esta playa hay 4,236 Estrellas varadas por el mar? ¿A quién le importará que mueran unas cuántas deshidratadas por el sol?


El joven se detuvo de pronto, y miró fijamente a los ojos del anciano que así le hablaba. Luego andó lentamente hacia un lado, se agachó y recogió otra Estrella, y con mucho impulsó la arrojó al mar. Entonces volvió donde el Sabio, y le gritó:


- ¡A ELLA SÍ LE IMPORTÓ!


El Sabio dió un respingo involuntario, y luego golpeó su bastón contra la arena, procediendo a retirarse por donde vino, ofuscado, ofendido por la respuesta insolente del muchacho.


Así pasaron las horas, llegó la noche, y el nuevo día volvió a brillar lleno de brisas frescas y suaves neblinas. El joven salvador de Estrellas de Mar volvió aparecer sobre la orilla de la playa a repetir sus acciones, recogiéndolas y lanzándolas al océano. Sorpresívamente vió aparecer de nuevo al viejo Sabio, y nació recelo en él al verlo acercarse a paso firme, apoyándose en su bastón.


- ¡Muchacho! - le dijo con fuerza - ¡Es demasiado trabajo para tí! ¡Déjame ayudarte!


Durante horas el joven y el anciano danzaron sobre la arena húmeda el baile más hermoso de la Tierra: el baile de la vida y del amor, salvando Estrellas de Mar, salvando sus propias vidas...




0 comentarios: