miércoles, 14 de abril de 2010

EL DÍA QUE YO ME VAYA...

El día en que yo me vaya
no quiero llantos ni quebrantos,
no quiero rezos ni promesas,
ni religiosos de ocasión.

Nadie puede bendecir
lo que sólo Dios bendice;
no se vaya a homenajear
lo que nunca mereció.

El día en que yo me vaya
no haya cábalas ni prodigios
ni universos, ni exorcismos
ni zodíacos, ni tarot.

Nadie deberá arrogarse
la suerte de haberme visto
en un momento, en un latido,
en nombre de la abominación.

El día en que yo me vaya
sólo fiestas, eso espero,
replicando la del cielo
por llegar por fín a Dios.

Que mi cuerpo se destroce
en partículas de amor,
y que rieguen las riberas
de ese mar que tanto dió.

Que las risas de mis hijas
inunden sus corazones
porque Dios estará riendo
al recibirme en el Cielo.

Sólo quiero, ¡Oh Señor!
que el día que me recojas
miles de almas que quise
merezcan su redención.

Y así algún día en el Cielo
me permitas el honor
de presentarte uno a uno
a quienes más amé yo.

Que sus sueños y alegrías
cambién hoy por tí Señor.
Que sus planes y esperanzas
sean los tuyos mi Dios.

El día en que yo me vaya
al momento de partir,
permíteme sentir la brisa
que acompañó mi vivir.

No es la muerte la que espero
sino el anhelo de ver
que al cumplirse tu promesa
la vida eterna tendré.

Pues no muere el que te vió,
el que te abrió el corazón;
sólo muere el que perdió
tu camino sin razón.

Perdona los pecados
a través de mi oración,
empezando por lo míos,
aquellos que enturbiaron tu amor.

Quiero ser tu siervo hoy
hasta que un día me lleves
y permitas que en la siega
muchas almas se liberen.

El día en que yo me vaya...
sólo llévame Señor.


Por:
Danilo Gutiérrez Baella
Copyright 2010

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