martes, 13 de enero de 2009

LOS SENTIRES DE OTRO ADIÓS

A veces uno festeja el nuevo año deseando, rezando, queriendo, individualizando... A veces, en esos mismos instantes, el ser más querido de uno hace lo mismo por su sobrevivencia o la sobrevivencia de otro ser más querido que de pronto se nos va.


Este ha sido el caso de un gran amigo y su familia. Don Augusto Arévalo, padre de Duilio, Dante y Laura (Cucha), sigue los pasos de su esposa tres años después, y está hoy ante el Señor.



Mi hermano Alfredo interpreta de un modo hermoso los sentimientos más íntimos que relacionan la paternidad inspirado en la persona que fue Don Augusto, hombre bueno que nos supo abrir las puertas de su casa al lado de la inolvidable señora Laura Abate de Arévalo, con mucho cariño y amistad, fortaleciendo con confianza los valores y coincidencias de sus hijos con nosotros desde los 70's.



Adjunto las palabras autorizadas de un padre moral, en homenaje a los que son y fueron padres, marcando nuestras vidas:



Promoción XLVI (del Champagnat) y familia y amigos relacionados:

Unas líneas para expresar mis condolencias a Duilio por la partida de su padre.

Estuve anoche con él y lo encontré sereno pero con la afección lógica por haber acompañado a su padre hasta el momento en que expiró.

Hay varios momentos importantes en la vida de una persona y que forman hitos de referencia con los que nos seguimos haciendo a través de los años: el primer cumpleaños, primer día de clases, las graduaciones, el matrimonio, etc.

Pero, tal vez los más importantes, son la llegada a esta vida terrenal (nacimiento) y la partida. Normalmente asociamos emociones de alegría, en el primer caso y de tristeza en el segundo. Sin embargo, nosotros, personas de fe, sabemos que todos pasamos por esta vida, y que continuaremos nuestro camino en otro mundo que no conocemos pero en el que confiamos estaremos bajo la protección del Señor.

Don Augusto, deja a su familia a los 82 años con lo que podría decirse, “Misión cumplida”. Además, lo hace para darle el encuentro a familiares y amigos que le antecedieron, entre ellos, a su esposa que partió tres años antes. Mucha gente se hace presente para dar su adiós valorando al amigo, hermano o padre que fue parte de sus vidas o de las personas a las que quieren, como es mi caso y el de mi familia con Duilio.

En mi familia, mi padre está con nosotros para alegría de sus hijos, nietos y bisnieta a pesar que ha tenido crisis más o menos recientes en las que se quitó la etiqueta de moribundo asombrando a los doctores y enfermeras que esperaban otro desenlace. Cada reunión familiar que tenemos, es motivo de agradecer a Dios por la presencia de nuestros padres, en quienes reconocemos el mérito de nuestra formación y del cariño recibido así como en fuente de inspiración para nuestros propios proyectos de vida; aunque sabemos, que no es por mucho tiempo más.

Es justamente en esto que centro mi reflexión: Don Augusto Arévalo, supo ser uno de esos padres que deja huella en su familia y hace brotar el cariño y la correspondencia a lo recibido en la niñez y adolescencia y por qué no, también en la vida adulta. Se ganó el cariño y preocupación de su familia, quienes estuvieron con él hasta su partida; difícil experiencia que con la ayuda de nuestras oraciones y del cariño de quienes los rodean sabrán sobrellevar. Que Dios tome en cuenta estas fortalezas y lo premie en la vida que ahora está iniciando; se lo pedimos en oración.

Le pido también al Señor, que me permita ser también un padre cercano y significativo para mis hijos, como mi propio papá y del papá de Duilio y tantos otros papás, héroes anónimos para los demás, premios Nóbel de su familia; que deje una huella en ellos y les ayude a mirar mi imperfecta vida como ejemplo de honestidad y decencia, de trabajo y fortaleza para enfrentar las dificultades presentadas, asumiendo yo los embates que no desestabilicen a mi familia.

Un fuerte abrazo Duilio, acompañándote a ti y a tu familia en este momento con mi sincera oración.


Alfredo


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