martes, 23 de octubre de 2012

AYUDA - Un Ministerio Silencioso

Libro 
AGUA VIVA
El poder del Espíritu Santo en nuestras vidas
Ps. Chuck Smith, Calvary Chapel

Capítulo 17 
(fragmento)

AYUDA – UMINISTERIO SILENCIOSO

Y a unos puso Dios en la iglesia…los que ayudan.
1 CO R I N T I O S  12:28

O si de servicio, en servir.
RO M A N O S  12:7

UDON Y UN LLAMADO

Hay un gran número de personas que ven algunos aspectos del ministerio, y son atraídos por ellos. Ellos piensan, me gustaría hacer eso. Parece interesante. Muchas veces la persona ve el aspecto glamoroso del ministerio. Observa que el ministro tiene la oportunidad de pararse delante de miles para enseñar los caminos de Dios, y piensa, me gustaría estar delante de miles de personas. Me gustaría recibir esa satisfactoria reacción de la gente, que estáagradecida por la verdad que ha aprendido de Dios a través del ministerio de la palabra. Tal vez están cansados de sus trabajos. Quizás están en medio de una crisis y desean un cambio de carrera. Sea cual sea la razón, por sí mismos, y sin el don o unción del Espíritu, buscan entrar en el ministerio.

Muchos púlpitos a través de los Estados Unidos están siendo ocupados por esta clase de hombres, para quienes el ministerio es una profesión y no un llamado. Tales hombres no entienden que el ministerio es un don de Dios. Es un llamado. Pablo, escribiéndole a la iglesia de Efeso, dijo: “Del cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado según la operación de su poder” (Efesios 3:7). En otras palabras, Pablo no decidió un día que él iba a ser un ministro; él fue hecho un ministro. El vio su posición como un don de la gracia de Dios, y ejercitó este don a través del poder del Espíritu Santo.

Pablo habló mucho acerca del ser hecho ministro. En 1 Timoteo 1:12, por ejemplo, él dijo: “Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio.” El verdadero ministerio se puede cumplir solo si ha sido ungido por el Espíritu Santo. Cuando los amigos de Pablo trataron de disuadirlo de ir a Jerusalén en Hechos 20 (ellos sabían de las adversidades y encarcelamiento que le esperaban), él contestó, “pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mi mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios” (versículo 24). Pablo había recibido su ministerio del Señor Jesús y estaba determinado a completarlo hasta el fin. Nadie hace tal cosa a menos que sepa que ha sido llamado para ello.

El ministerio no es algo que usted mismo se toma, o hace en sus propias fuerzas. Usted debe ser llamado por el Señor. 1 Pedro 4:11 dice: “Si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo Dios sea glorificado.”

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