lunes, 4 de enero de 2010

LA NUEVA VIDA EN CRISTO



Saulo de Tarso era judío, pero de nacionalidad romana. Como tal, su nombre ante todos era PABLO.




Pablo era un hombre muy preparado que hablaba diferentes lenguas, devoto seguidor del emperador de Roma, y cuidadoso ejecutor de los planes imperiales. Así Pablo, apoyado por los fariseos, se convirtió en un gran perseguidor de los primeros cristianos. La acción más recordada en ese tiempo de agresión fue la de la ejecución de Esteban, hombre cristiano que fue apedreado no por la muchedumbre enardecida, sino bajo los planes calculados del imperio a través de Pablo, quien dió su pleno consentimiento.




"En aquel día hubo una gran persecusión contra la iglesia que estaba en Jerusalén, y todos, salvo los apóstoles, fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria. Unos hombres piadosos llevaron a enterrar a Esteban, e hicieron gran llanto sobre él. Saulo, por su parte, asolaba la iglesia; entrando casa por casa, arrastraba a hombres y mujeres y los enviaba a la cárcel." (Hechos 8:1,3)




La conversión de Pablo al cristianismo se dió al encontrarse en camino a Damasco con cartas oficiales para las sinagogas buscando más cristianos para traerlos con él y encarcelarlos.




"Pero yendo por el camino, aconteció que, al llegar cerca de Damasco, repentinamente lo rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? El Señor dijo: Levántate y entra en la ciudad, y allí se te dirá lo que debes hacer. Los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, porque, a la verdad, oían la voz, pero no veían a nadie." (Hechos 9:3,7)




Pablo quedó ciego luego de esta visión. Le llevaron a Damasco donde permaneció tres días sin comer ni beber. El Señor apareció entonces a otro siervo de Él, Ananías, y a pesar de conocer a Pablo y sus actos contra ellos, recibió del Señor la orden de buscarle y ser instrumento para Él devolviéndole la vista. Apenas Pablo pudo ver, solicitó ser bautizado. Así, la primera prédica de Pablo se realiza en esa ciudad, luego de alimentarse y recuperarse varios días al lado de los discípulos.




Pablo escribe al pueblo idólatra y comerciante de Éfeso acerca de la Nueva Vida en Cristo, aquella que nosotros nos deseamos al iniciar el presente año:




"Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón. Éstos, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron al libertinaje para cometer con avidez toda clase de impureza. Pero vosotros no habéis aprendido así sobre Cristo, si en verdad lo habéis oído, y habéis sido enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está corrompido por los deseos engañosos, renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.




Por eso, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros.




Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo.




El que robaba, no robe más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga que compartir con el que padece necesidad. Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Y no entristezcais al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.




Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira gritería, malediscencia y toda malicia. Antes sed bondadosos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo." (Efesios 4:17,32)




Dios les bendiga a todos infinítamente.






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