martes, 13 de julio de 2010

EL ORGULLO DE PAPÁ...



Dedicado a mi bella Sandrita,

en sus diecisiete años de luz

alumbrando nuestras vidas


Fueron muchas ansiedades

precediendo tu llegada;

tu mamita caminaba

en ida y vuelta todo el día...


El papá con su trabajo,

pero hablando con tu abuela

que al teléfono contaba

los progresos de la espera.


Y tu hermano ilusionado

una él niña anhelaba

una hermana dulce y bella

que brillara en su mirada.


Eran ya las veintitres

(y muchos minutos más),

y una llamada urgente

desbarató el stress.


Era la voz de tu abuela

la que anunciaba el "¡ya está!"

y era tu padre nervioso,

el que volaba a su hogar.


La gente del hospital

nos recibió a medianoche,

¡pues tu trabajo en el vientre

nos apuraba en el coche!


Dieron la una y cincuenta

y una niña rosa y bella

lloraba sin un palmazo

anunciando su presencia.


La bendición a los padres

se constató a los segundos

cuando te vimos nacida

sanita, inquieta y muy linda.


Tus manitos regordetas,

tus tamalitos por pies,

tu carita rosadita

y una boquita de miel.


El amor que arrebató

todo dolor del corazón

aumentó cada segundo

hasta explotar de emoción.


"¡Una niña!", yo exclamaba

a una madre extenuada,

que con alivio extremo

se reía ilusionada.


Fueron tus primeros días

los que vive una princesa,

llenos de amor familiar

rodeada de naturaleza.


Huacachina emocionada

saltaba contigo en sus dunas,

y la laguna legendaria

festejaba tus ternuras.


Los huarangos gigantescos

fueron tranquilos testigos

de tus primeros pasos

y de tus primeros gritos.


Un concierto de mil trinos

educaron bien tu oído

al visitar la jaulita

repleta de periquitos.


Fué tu risa aventurera

la que brilló sin medida

entre lobos y conchitas

cruzando el mar en familia.


Y tu voz se hizo notar

al mudarnos a la sierra

resbalando muy audaz

por las sinuosas laderas.


Tus ojitos caramelo

se hicieron de pronto tremendos

al oir rugir el cielo

y al sentir granizo en tus dedos.


Te forjaste emprendedora

caminando por la selva

no había rio, ni rama, ni lodo

que detuviera tu senda.


Y hoy que estás en la ciudad,

luego de tanto vivir,

derrochas tu amor por nosotros

y muestras a Dios al reir.


Y es el cielo el que está en fiesta

al recibirte hoy en día

con un corazón de oro

y El gobernándolo todo.


Por mi parte no quiero ocultar

que mi amor por tí es inmenso,

que el orgullo de ser tu padre

se extiende por el universo.


Hoy Sandrita, vida mía,

te encargamos al Señor

para que esté presente en tu vida

y te ilumine en Su amor.



De tu papá, que agradece al Señor tu vida en mi vida,

en tus diecisiete años de luz y de amor.

Lima, 14 de julio de 2010




Todos los Derechos Reservados

Danilo Gutiérrez Baella

Copyright 2010





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